Es verde, pero también incoloro; es ligero, pero no vacío; es fluido, pero potente. El hidrógeno verde es todo eso, y cada vez se le otorga un valor mayor, por su potencial como alternativa a los combustibles fósiles. Los países y las ciudades se están uniendo en su intento de avanzar hacia una transición que les permita abandonar el petróleo, el gas, el carbón y otras fuentes de energía «sucias».
Algunas noticias recientes:
- La administración estatal de Schleswig-Holstein y la ciudad de Hamburgo han decidido apoyar la economía del hidrógeno.
- Arabia Saudí ha aprobado un memorando de entendimiento con China en el ámbito de la energía de hidrógeno limpio.
- El Ministerio alemán de Asuntos Digitales y Transporte aportará unos 16,6 millones de euros en ayudas a las empresas de autobuses del estado federado del Sarre para la conversión de propulsores limpios y la elaboración de un proyecto de investigación sobre el hidrógeno.
- Con la aplicación de tecnologías de producción y almacenamiento de hidrógeno en algunos Estados miembros, Europa podrá impulsar su interés común por el hidrógeno[1].
- El hidrógeno verde recibió un fuerte apoyo en Estados Unidos gracias a la construcción de una fábrica de 4.000 millones de dólares, que será la mayor instalación en el país que funcione con energía solar y eólica. [2]
El hidrógeno verde: elemento clave en la transición energética
Se prevé que el hidrógeno verde tenga un papel clave en la transición energética: puede conseguir que el transporte de larga duración sea sostenible, así como los procesos con un uso intensivo de carbono, como la fabricación de acero, la producción de amoniaco o la desulfuración del petróleo. Permitirá a los distintos países reducir su dependencia del gas natural y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Podría llegar a representar entre el 10% y el 30%[3] del suministro mundial de energía.
En la actualidad, la mayor parte de la producción de hidrógeno es «gris», a partir de gas fósil o carbón mediante reformado de metano con vapor. El «hidrógeno azul» se produce de la misma forma que el hidrógeno gris, pero el CO2 se captura durante el proceso de fabricación y se almacena de manera permanente bajo tierra. Por el contrario, el «hidrógeno verde» se produce por la electrólisis del agua con un 100% o casi un 100% de energía renovable y casi cero emisiones de gases de efecto invernadero.
En los últimos dos años, el desarrollo del hidrógeno verde ha aumentado de forma espectacular en un entorno de importantes ayudas públicas, sobre todo en Estados Unidos, con la Ley para la Reducción de la Inflación, y en Europa, con el plan RePowerEU. Países como España, Francia, Alemania y Portugal han comprometido miles de millones de euros para el desarrollo de hidrógeno verde.
Respaldo normativo: Estados Unidos frente a Europa
Según Bloomberg NEF, los gobiernos de todo el mundo se han comprometido a invertir 126.000 millones de dólares en el desarrollo del hidrógeno a escala mundial, con Estados Unidos y Europa a la cabeza. La India y China han anunciado estrategias en este ámbito, pero sus compromisos no son tan ambiciosos. Más de 30 países cuentan hoy en día con estrategias destinadas a impulsar el uso del hidrógeno, y se prevén nuevos anuncios en 2023.
A corto plazo, pensamos que la Ley para la Reducción de la Inflación ofrece más visibilidad que el plan RePowerEU. La ley estadounidense ofrece créditos fiscales para proyectos con emisiones de dióxido de carbono suficientemente bajas. El proyecto de ley de infraestructuras de Estados Unidos de 2021 contempla un total de 10.000 millones de dólares en financiación relacionada con el hidrógeno, que se destinarán, entre otros proyectos, a centros regionales, un programa de reducción de costes e iniciativas de apoyo a la fabricación de equipos en el país y a las cadenas de suministro nacionales. Esta medida se tradujo en un sólido crecimiento de la inversión en hidrógeno en Estados Unidos en 2022.
Europa comenzó antes a ofrecer este tipo de medidas de ayuda, pero algunos de sus proyectos se están retrasando. La región pretende duplicar la cantidad de hidrógeno verde disponible para el consumo de aquí a 2030. El objetivo es complementar los diez millones de toneladas métricas de producción nacional contemplados en la estrategia 2020 con una cantidad equivalente de importaciones. Se ha anunciado el lanzamiento de un Banco de Hidrógeno Europeo por valor de 3.000 millones de euros para impulsar el desarrollo del hidrógeno. Entre los factores que podrían impulsar el crecimiento futuro en Europa destacan los elevados precios del carbono en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE, la previsión de respaldo normativo, la expansión del sector y el nivel elevado de precios que presentan los combustibles fósiles.
A largo plazo, Europa debería convertirse en un mercado clave para el hidrógeno verde, ya que representa el 50% de la producción acumulada de hidrógeno verde para 2030[4].
El verde es el camino
El hidrógeno verde está claramente por delante de otras formas en lo que se refiere al desarrollo de proyectos: representa el 67% de la capacidad propuesta[5], frente al 33% del hidrógeno azul.
Al nivel actual que tienen los precios del gas en Europa, el hidrógeno verde ya puede ser competitivo frente al hidrógeno azul. Mientras el coste del hidrógeno verde aún tiene margen para seguir cayendo, el hidrógeno azul se ve afectado por los elevados precios del gas y no resuelve el problema de la dependencia de los combustibles fósiles. Consume el doble de agua que la variedad verde y emite también el doble de carbón en el proceso de producción.
En 2022, la inversión en hidrógeno verde se triplicó hasta alcanzar los 1.200 millones de dólares[6]. Se trata del sector de más rápido crecimiento de la transición energética, pero continúa siendo el de menor tamaño. Según IRENA, algunas estimaciones apuntan a 88.000 millones de dólares de inversión en electrolizadores para cubrir las necesidades futuras.
¿El huevo o la gallina?
El potencial de uso de hidrógeno verde parece considerable. Por ejemplo, los productores de acero de la UE tienen planes ambiciosos. En lo que respecta a la producción de amoniaco, refinado de petróleo y metanol, la adopción de hidrógeno verde podría provocar una importante reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En el transporte de larga distancia, el hidrógeno verde representa un enfoque más creíble hacia la descarbonización que la electrificación, si tenemos en cuenta el volumen y el coste de las baterías.
A pesar del notable aumento de la inversión, el desarrollo de la capacidad y el volumen de proyectos, en 2022 se produjeron numerosos retrasos y aplazamientos, así como un reajuste de las expectativas, sobre todo en Europa. Ello se debió, en parte, a la incertidumbre normativa que existe en la región, especialmente en los que respecta a la definición del hidrógeno verde y a los anuncios concretos sobre las ayudas, pero también a los problemas que ha traído consigo la ampliación de la capacidad de fabricación de electrolizadores[7], que ha superado a la demanda. Antes de que pueda aumentarse aún más la capacidad es necesario un mayor compromiso por parte de la demanda.
Oportunidades de inversión
En nuestra opinión, la tendencia del hidrógeno verde ofrece oportunidades a los inversores, entre las que se incluyen la inversión en índices, pero también la inversión en renta variable selectiva, en ámbitos como la tecnología de electrolizadores, la producción de hidrógeno verde, el almacenamiento, el abastecimiento de combustible, el transporte y otras aplicaciones.
Los inversores pueden plantearse invertir en deuda de infraestructuras destinada a financiar proyectos de hidrógeno verde relacionados con el transporte pesado (camiones, locomotoras no eléctricas, transbordadores), la producción de acero verde, la distribución (mejoras de las canalizaciones existentes) y el almacenamiento combinado de hidrógeno y energías renovables (como forma de gestionar la intermitencia de las energías renovables).
En lo que respecta a la financiación del desarrollo del hidrógeno verde, pensamos que el apoyo de instituciones supranacionales como el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo podría ayudar a reducir el riesgo de los proyectos para las entidades de crédito y a tranquilizar a los inversores.
[1] Fuente de este informe y de los tres anteriores: Green Hydrogen News (energynews.biz)
[2] Fuente: Green Hydrogen Gets a Boost in the U.S. With $4 Billion Plant – WSJ
[3] BNEF 2020, «Strong Policy/Theoretical Max»
[4] Bloomberg New Energy Finance
[5] JPMorgan- Energía alternativa global: datos del cuarto trimestre de 2022 y perspectivas para el ejercicio fiscal 2023; la mejora de las cadenas de suministro, la seguridad energética y la normativa constituyen factores catalizadores
[6] Bloomberg New Energy Finance
[7] La electrólisis es una forma de producir hidrógeno a partir de recursos renovables y nucleares. Utiliza electricidad para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno en un electrolizador. Fuente: https://www.energy.gov/eere/fuelcells/hydrogen-production-electrolysis#:~:text=Electrolysis%20is%20a%20promising%20option,a%20unit%20called%20an%20electrolyzer
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