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Actualidad de mercado | Artículo - 3 Min

¿Está entrando China en deflación?

El pasado mes de julio, el índice de precios al consumo de China cayó un 0,3% en términos interanuales, lo que supuso la entrada en deflación por primera vez en dos años. El dato hizo temer que la caída de los precios llevara a los consumidores a retrasar el gasto en una economía ya debilitada. Sin embargo, en nuestra opinión, los datos no hacen pensar en una deflación prolongada.  

La caída de los precios de la energía y de la carne de cerdo fue el factor que más influyó en el descenso del IPC. No obstante, la caída del índice se debe a la moderación del gasto de los consumidores y las empresas en una economía debilitada por el deterioro del mercado inmobiliario y el elevado nivel de deuda (que el gobierno se ha comprometido a reducir). Los precios de producción llevan tiempo en terreno bajista en un entorno de caída de los precios de la energía, los metales y los productos químicos, ante la debilidad de la demanda nacional, pero también de la extranjera. 

No se dan las condiciones para la deflación

¿Por qué pensamos que no va a tratarse de una deflación prolongada? Si atendemos a los fundamentales económicos, para que la deflación se prolongue en el tiempo han de darse ciertas condiciones: 

  • Contracción monetaria: es decir, una reducción de la masa monetaria debida al endurecimiento monetario. Pensamos que este no es el caso de China. Los datos demuestran que varios indicadores de la masa monetaria se sitúan en territorio de expansión (véase gráfico 2). Por ejemplo, el agregado monetario M2 registra un crecimiento superior al 10%, si bien el ritmo de crecimiento se ha ralentizado. 
  • Destrucción de la demanda: fuera del segmento de las exportaciones, no vemos indicios que nos lleven a temer un debilitamiento significativo de la demanda. El crecimiento de los ingresos se está ralentizando, pero aún no está en territorio de contracción. Tras un periodo de debilidad, la demanda de los consumidores comienza a recuperarse, principalmente en los sectores nacionales de los servicios y el turismo. Por ejemplo, en el mes de julio, los precios de las vacaciones aumentaron más del 10% en términos interanuales. Los precios de los productos no alimentarios se mantuvieron estables con respecto a los registrados en julio del año pasado, repuntando desde el -0,6% interanual registrado en junio. El desempleo juvenil es elevado, pero, en nuestra opinión, las condiciones del mercado laboral en su conjunto no son alarmantes.
  • Pérdida persistente de la confianza: esto sí está ocurriendo, sobre todo a causa de las consecuencias de la política china de cero tolerancia al covid y del deterioro continuo del mercado inmobiliario. Sin embargo, pensamos que aún es demasiado pronto para dar por hecho que la confianza va a seguir siendo baja. Si el gobierno adopta en los próximos meses una política de flexibilización más firme podría favorecer la estabilización del mercado inmobiliario e impulsar la confianza de la población, lo que reactivaría el gasto y la inversión en el sector privado. Es necesario que Pekín actúe con rapidez y decisión para reforzar la actividad económica y la confianza de los consumidores y las empresas antes de que el pesimismo actual arraigue y afecte en mayor medida al crecimiento.
  • Aumento del valor real de la deuda: se trata de un factor a largo plazo. Esto está ocurriendo en cierta medida en el país, ya que el ratio de deuda aumenta cuando cae la inflación. En nuestra opinión, el gobierno es consciente del problema de deuda. De hecho, lleva varios años abordándolo tanto en periodos positivos para la economía como en contextos más negativos. 

¿Se esperan nuevas medidas del gobierno?

Pekín ha adoptado ciertas medidas para impulsar el crecimiento, pero no ha puesto en marcha el tipo de medidas de estímulo fiscal y monetario que hemos visto en periodos previos de desaceleración económica. No se han ofrecido ayudas a los consumidores como las que impulsaron la recuperación de la economía tras la pandemia en Estados Unidos y otros países. Los gobiernos locales están también muy endeudados, por lo que no tienen margen fiscal para impulsar el gasto por sí mismos.

Sin embargo, dada la determinación del gobierno de reforzar la economía y reducir el nivel de deuda del sistema, no parece muy probable que China vaya a entrar en una espiral de deuda y deflación. Es cierto que la recuperación de su economía tras la pandemia está siendo frágil, pero, en nuestra opinión, los problemas son fundamentalmente cíclicos y pueden resolverse de manera eficaz con una expansión fiscal más agresiva facilitada por una flexibilización monetaria bien calibrada.

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