Lograr la equidad en materia sanitaria (el estado u objetivo de garantizar que todo el mundo tenga una oportunidad justa y equitativa de alcanzar la máxima salud posible[1]) puede reportar beneficios al conjunto de la sociedad, sobre todo una mayor esperanza de vida productiva.
La relación entre el nivel de rentas y los resultados de salud a escala mundial es bien conocida desde hace tiempo. El dinero que se gana incide en la esperanza de vida y en las causas de fallecimiento (véanse los gráficos 1 y 2).
Esto también ocurre en el ámbito nacional. En Estados Unidos, por ejemplo, los hombres más ricos viven, de media, 15 años más que los más pobres; en el caso de las mujeres, la diferencia es de 10 años[2]. En Inglaterra, la brecha entre las áreas del país más y menos prósperas es de 19 años.
Aunque estamos de acuerdo en que mejorar el acceso a la sanidad es importante para reducir estas disparidades, también creemos que debe prestarse atención a los determinantes sociales de la salud; esto es, factores no médicos que influyen en los resultados sanitarios. Entre dichos factores figuran el entorno en el que vivimos, el sexo o la raza y los logros académicos.
La interconexión de estos factores es uno de los retos a los que se enfrentan los inversores que desean invertir en equidad en materia sanitaria. Para empezar, muchas de las empresas que impactan de manera negativa en los resultados de salud suelen operar fuera del sector sanitario.
Entre ellas destacan las compañías de suministros públicos, que figuran entre las causantes de la contaminación a escala nacional y mundial, así como las empresas de alimentación, que venden alimentos no saludables a poblaciones vulnerables. Por lo tanto, a la hora de invertir en equidad en el ámbito sanitario es necesario aplicar un enfoque intersectorial e interdisciplinar.
¿Cómo podemos mejorar la equidad en el ámbito sanitario?
La legislación puede ayudar a atajar algunos de los determinantes sociales. Por ejemplo, las bebidas azucaradas pueden contribuir a la obesidad y provocar enfermedades relacionadas con ella, como la diabetes y las afecciones cardiovasculares, lo que aumenta los costes de la sanidad pública. Puede decirse que los precios de estas bebidas reflejan el perjuicio causado, más aún para los colectivos de rentas bajas.
Los impuestos que se aplican a estos productos pueden inducir a la gente a reducir su consumo, así como «movilizar ingresos que los países pueden utilizar para hacer realidad la cobertura sanitaria universal», de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
La salud también puede mejorarse cuando se adoptan medidas para reducir la contaminación. Los estudios revelan que la contaminación del aire afecta de forma desproporcionada a las comunidades con rentas bajas y a las de color (a menudo por su proximidad a instalaciones de quema de combustibles fósiles), haciéndolas más vulnerables a los problemas de salud que esto provoca.
El vínculo entre la equidad en salud y la sostenibilidad general se refleja en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Naciones Unidas.
Por ejemplo, el ODS 11.6 establece los siguiente: «De aquí a 2030, reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de los residuos municipales y de otro tipo». Se trata de reducir la contaminación por partículas, ya que «estas partículas son capaces de penetrar en las vías respiratorias y, por tanto, constituyen un riesgo para la salud».
Existe un vínculo directo con el ODS 3.4. Este objetivo pretende «reducir a un tercio la mortalidad prematura causada por enfermedades no transmisibles [de aquí a 2030]».
Soluciones procedentes del sector privado
Detener la actividad nociva puede formar parte de la solución, pero también hay muchas medidas positivas que las empresas y los inversores pueden adoptar para atajar el problema:
Determinantes sociales:
- inversión en empresas dedicadas a la producción de alimentos novedosos que puedan servir como sustitutos similares de ingredientes no saludables;
- inversión en compañías tecnológicas centradas en generar hábitos más saludables mediante el uso de patrones de comportamiento[3];
- inversión en empresas que favorezcan la construcción de viviendas asequibles.
Salud:
- inversión en empresas centradas en la atención basada en el valor;
- inversión en empresas que respalden la teleasistencia, lo que podría permitir prestar asistencia a poblaciones desatendidas;
- inversión en empresas que promuevan el desarrollo de nuevos fármacos o mecanismos de administración que mejoren el acceso a medicinas (por ejemplo, facilitando su administración o aumentando su estabilidad para llevarlas a zonas de difícil acceso);
- inversión en empresas que desarrollen genéricos y biosimilares de bajo coste capaces de lograr que los tratamientos sean más rentables y accesibles.
Implicación:
- respaldo a políticas proactivas para abaratar los alimentos saludables, quizá pagando estas subvenciones a través de impuestos sobre alimentos/sustancias no saludables;
- promoción de mejores prácticas en un mayor número de compañías farmacéuticas en materia de transparencia en sus ensayos clínicos y aumento de la diversidad en las pruebas que realicen para garantizar una mejor representación de la eficacia de los medicamentos.
Una apuesta por la innovación
Nuestra estrategia de restauración de los ecosistemas se centra en invertir en empresas que resuelvan problemas medioambientales. Muchas de ellas están vinculadas al sistema alimentario y la economía circular y algunas también fabrican productos que mejoran los resultados de la salud.
Nuestra estrategia de innovación en atención sanitaria se basa en la premisa de que la demanda de salud ya está creciendo, y seguirá haciéndolo, a un ritmo mayor que la economía general, favorecida por megatendencias como el crecimiento y envejecimiento de la población mundial, los cambios en el estilo de vida y la creciente riqueza en mercados emergentes. Creemos que la innovación en atención sanitaria puede aportar beneficios transformadores a la sociedad y la economía.
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[1] What is Health Equity? (cdc.gov)
[2] Estados Unidos puede considerarse un caso atípico a escala mundial.
[3] Las nuevas teorías apuntan a que la escasa oferta de alimentos saludables es menos responsable del problema que la elevada demanda de alimentos poco saludables. What Really Happens When a Grocery Store Opens in a ‘Food Desert’? (nyu.edu)
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